martes, 1 de noviembre de 2011

lA CASTAÑA QUE SE REVENTÓ DE RISA


Una vez iban de paseo una brasa de carbón, una caña y una castaña. Llegaron a un río y no sabían cómo atravesarlo.                             

La castaña, que era muy lista, propuso lo siguiente:

-Como la caña puede flotar en el agua, yo me montaré encima de ella y me llevará nadando a la otra orilla. Luego regresará a ti, dijo dirigiéndose a la brasa.

A las dos les pareció muy bien, y así se hizo. Primero la caña  pasó a la castaña y luego volvió por la brasa de carbón.

Pero cuando estaban a mitad del río, la caña sintió que se estaba quemando con el calor de la brasa y casi sin querer hizo un movimiento brusco, y de una sacudida la tiró al agua.

Cuando la castaña lo vio, le dio un ataque de risa. Se reía tan a gusto, de ver a la brasa   remojada, se reía con tanta fuerza, que reventó.

La caña llegó a la orilla completamente chamuscada.

La brasa llegó más tarde, apagada por completo, chorreando.

Llegaron además muy enfadadas las dos con la castaña porque se había reído cuando ellas lo pasaban mal, pero cuando vieron que con la risa había reventado su piel, y estaba destrozada, se compadecieron y fueron a buscar al sastre para que le cosiera  el roto.

El sastre sólo tenía un trozo de tela de color más claro que el de la piel de la castaña, y tuvo que arreglárselo poniéndole un pedazo de ese color.
Por eso ahora todas las castañas tienen un trocito de piel más claro.







 

 


 



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